Alain Houel - Tratado de Melquisedec
A una aventura por los caminos escarpados caminos de la, siempre humana, búsqueda, el autor, a la vez que expone su cosmovisión, introduce a sus lectores, presentando, como en las carreras, pistas, puntos de apoyo, a partir de los cuales, encontrar el deseo propio, clímax previo a la acción, acción, imposible entonces, de eludir. Al nacer, el ser humano trae, en esencia, la tarea a realizar. Co-creador del universo, el ser humano, así pensado, es causa y efecto de su postura frente a los hechos que interpreta como su realidad. Tal que, tomando conciencia de su deseo, influye en la realidad, más que, dejarse moldear por esta. El secreto no está en la razón, es magia. La felicidad del hacer, en la aventura que se ha elegido de entre las muchas aventuras que están en el corazón, es el alimento para el caminante, y la visión que se tiene del tesoro, es la brújula para el camino. No hay lugar a donde ir, para hacer su razón de ser. El lugar es el camino mismo, el hacer. Y..., no hay aventura, feliz, posible, si la alegría no es el báculo del caminante. Así, pues, recorremos las enseñanzas del desierto, de la experiencia de los hombres de las arenas, los de las caravanas y los del sol, ellos, quienes fundan la posibilidad de vida en todo rincón del universo, al sobrepasar las dificultades máximas y ser felices: amar, vivir bien, respetar las leyes creadas por su entorno para convivir mejor unos con otros, y recrear las enseñanzas de los ancestros. La magia no está en maestro alguno, sino en el reto de trabajar sobre y contra si mismo. El reto es contra uno mismo. Cualquier reto entonces es tan válido como otro. Al encuentro del dragón, entonces, no significa otra cosa que a la caza de sus miedos y a vencer los obstáculos que impiden el lograr nuestro aporte al universo. No hay más AMO que el DESEO, ni mas MAESTRO que la VIDA, sin embargo quien desee, puede acercarse a aquellos que han como tú elegido el camino de la sabiduría, y si cumple con las condiciones de benevolencia y logro de lo que tu has deseado, síguelos. Mientras más ancianos, mejor, pues, más camino han recorrido. Estos, hombres o mujeres, sabias, que hay a tu lado, y que te codeas con ellos aunque no los reconozcas, pueden guiarte. No obstante, el camino no es fácil, ellos estarán gustosos de verte volar con tus propias alas, y si pretendes quedarte a su lado, te echarán. Las enseñanzas de la sabiduría de los hombres del sol, pues, son tañidas para nosotros, desde el oasis Dar Al-Rahman por su autor Alain Houel en su texto Tratado de Melquisedec.
Enlace de descarga.
0 Comments:
Publicar un comentario